viernes, 1 de febrero de 2008

Educar sin afectos?

Quería escribir hace tiempo sobre la Educación. Intentar siquiera acercarme a comprender qué lleva a un Gobierno a dinamitar los cimientos del futuro de su gente. Me pongo a ello desde un punto de vista conceptual, dejando a un lado el análisis de los efectos y consecuencias de una buena o una mala educación sobre una sociedad, que todos conocemos. Comienzo a buscar en algunos libros y escritos de San Ignacio de Loyola, San Juan Bosco, San José Calasanz, San Agustín... Me reafirmo en mis convicciones de que en la Educación es parte fundamental la libertad del alumno. Está claro, nuestra educación es resultado de la estrecha relación entre Razón y Fe, somos herencia directa del Logos griego y la enseñanza Cristiana. La Educación no debe transmitir solo directrices y doctrinas, no debe quedarse solo en enseñar qué se debe hacer y qué está prohibido. Debe transmitir cómo se debe hacer las cosas, qué está bien y mal, por qué se debe seguir un camino y qué consecuencias tendrá cada elección. Así vemos que es imposible entender la Eduación del conocimiento intelectual sin el conocimiento moral y afectivo. El educando debe participar de forma directa en su educación, es el centro mismo de la Educación, y en la medida en que así sea comprenderá lo aprendido, valorará y respetará sus descubrimientos. Por contra, si se trasmite sólo el qué se puede hacer, sin más, el individuo queda diluido en la sinrazón, y ni el alumno más aventajado alcanzará a comprender los por qué. El adoctrinamiento habrá quebrado sus afectos y su espíritu.